translúcido, da.

(Del lat. translucĭdus).

1. adj. Dicho de un cuerpo: Que deja pasar la luz, pero que no deja ver nítidamente los objetos.

RAE


28 de julio de 2010

Toros en cataluña


Parece que los catalanes si no votan algo estos días revientan. Me fastidia porque yo nací en Barcelona y me preocupa, por este problema que ya expuse ayer contestando un post, de que hay una corriente, bastante absurda, de humanizar a los animales. Algo que entra en oposición con lo que somos, un depredador de los grandes. Conozco a muchos vegetarianos que dicen no comer cosas que tienen ojos. Un dislate. Creo que no se puede jerarquizar la vida animal, ni vegetal, comparándola con la humana. Puestos a ser consecuentes, como ya expuse en su día, si hay un ser vivo que me impresiona son las secuoyas. La diferencia entre una lechuga y un árbol, es solo de tamaño, longevidad y mayor función clorofílica, pero si hay que atribuirles cualidades humanas, el tamaño no importa, la barbaridad es la misma. Es como pensar que un puesto de flores es una masacre natural. Puestos a la tremenda, lo es también. Si se prohiben los toros, se acabará prohibiendo la matanza del cerdo. Cualquiera que haya visto una, sabrá que también tiene su parte de espectáculo y fiesta, el método es bien cruento, se engancha al cerdo con un gancho por el morro, se inmoviliza y se desangra con cuidado en un barreño para hacer con su sangre ricas morcillas. El animal grita como un demonio.
La vida se debe preservar, pero no creo que se deba confundir la vida humana con la animal. No podemos llevar el valor que en occidente se está dando a la vida humana, por primera vez en dos mil años, a todos los seres vivos. Insisto que somos depredadores. Nos lo comemos todo. Y que es increíblemente hipócrita admitir la explotación masiva de carne y vegetales para consumo y escandalizarse por un espectáculo cada vez más esporádico, que si las cosas siguen como siguen, acabará cayendo en desuso. Entre que los toreros cada vez se acercan menos, y los ganaderos, que cada vez lo consideran menos negocio, le queda un cantar.
Si acabamos con los toros, el jamón y el pasadoble, aquí no vuelve un turista. Y realmente habrá que por fin hacer una revolución industrial para salir de la secular pobreza. O potenciar la industria de armas, un día me dijo un taxista que estamos entre los 15 países productores de armas. Ahí querría ver yo a los que gritan pidiendo que pare la sangre, encadenados a las fábricas, exigiendo su cierre. Sin armas, no hay guerra.

La imagen la he sacado de este blog:
http://primo.com.es/index.php/2008/03/02/matanza-del-cerdo-10/

1 comentario:

Trastortiz dijo...

La tortura y los espectáculos crueles e inhumanos con los animales no pueden justificarse con la consigna de la tradición y la cultura y mucho menos por el dinero.
No hablamos de comer por ser depredadores, hablamos de tortura, de espectáculos, de fiesta a costa del sufrimiento de otros animales, éticamente la crueldad nunca está justificada por mucho que se quiera razonar con los argumentos que se quiera.
Yo también vengo de una zona rural en la que la muerte estaba presente casi todos los días, pero era para comer, no como espectáculo festivo, nunca vi torturar a ningún animal, nunca vi jugar, ni despreciar a ese ser que iba a ser nuestro alimento, se le trataba con mucho respeto hasta la hora de su muerte, y nunca se le dejaba morir agónicamente, siempre se intentaba hacer de la manera más rápida.
Si no rompiéramos con las tradiciones, seguiríamos viendo decapitar en la plaza del pueblo al malhechor, seguiría existiendo la esclavitud, seguiría siendo legal la tortura.
Hay que avanzar... lo que hace unos años era válido, no tiene porqué serlo ahora, por mucha estética o arte que tenga.
Humildemente.
Trastortiz